Algún día dejarán de llover promesas del cielo, algún día dejaran de crecer fronteras en la tierra donde sembramos nuestros sentimientos. La mente permanecerá al servicio de quien observa con el alma y obra desde la espontaneidad de su corazón, y no desde los ideales que fracturan a la humanidad por un pensamiento. Ese día, el hombre se topará con la verdadera libertad. El ego y su idiosincrasia habrán muerto de hambre por falta de quien le coseche su alimento.
Autor: Zaratustra